domingo, 11 de junio de 2017

Recomendaciones nutricionales en la dieta del deportista

Para hacer frente a esta mayor demanda energética es necesario aumentar cuantitativa mente el consumo de alimentos, pero ¿de qué tipo de alimentos? Una dieta equilibrada y adecuada para el deportista de elite se basa en los mismos principios de variedad, moderación y equilibrio en los que se basa una dieta adecuada para individuos menos activos, estos principios quedan reflejados en el llamado perfil calórico ideal: el 55% de la energía total consumida debe de proceder de los hidratos de carbono, no más del 30% de la grasa y el 15 % de la proteína.
No obstante, siempre se ha de tener en cuenta la ingesta energética  e incluso valorar en cada caso individual  la forma de aplicar estos porcentajes. Por ejemplo, si la ingesta alcanza las 4,000-5,000 kcal/día (16.720-20.900 kJ/día). Una dieta que tan solo proporcione el 50% de la energía de forma de carbohidratos apostara de 500 a600 g/día (7-8 g/kg de peso corporal para un atleta de 70 kg), cantidades suficiente para mantener las reservas de glucógeno día a día. Además, si solo el 10% de la energía fuera aportada por la proteínas, la ingesta absoluta de las mismas (100-125 g/día) superaría la ingesta recomendada  de proteínas parta el atleta (1,2-1,7 g/kg o 84-119 g/día en el atleta de 70 kg) por el contrario, si la ingesta energética es de 2,000 kcal/día una dieta que proporcione el 60% de la energía en forma de carbohidratos  podría no resultar suficiente para mantener una reserva optima de carbohidratos.

En general, la dieta de los deportistas suele adecuarse a este perfil calórico compuesto. En un estudio realizado en 126 atletas principiantes en los juegos olímpicos de Barcelona de 1992, la contribución de los macronutrientes  a la energía total ingerida fue de 51% para hidratos de carbono, 17% para proteínas y 31% para grasa, en el caso de los hombres, y del 54% para hidratos de carbonó, 17% para proteínas y 29% para grasa en el caso de las mujeres. Otros estudios muestras desviaciones en índices de calidad de la dieta, como el índice de adecuación a la dieta mediterránea o el bajo consumo de frutas, verduras y hortalizas, muy similares a las observadas en sujetos de la misma edad, pero menor actividad física.

(UNIVERSIDAD DE SAN PABLO)

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